
Todavía siguen los ecos después de el escándalo en el Congreso de la Nación entre Facundo Manes y Santiago Caputo. Por supuesto que en esta Argentina de creencias y de fe y de fanatismos, cada uno va a creer lo que más le gusta y se va a inclinar más hacia un determinado personaje, tal vez por Facundo Manes, por ser diputado opositor o por representar a un sector que ve en este Gobierno algunos atisbos de conductas autoritarias que no tienen que suceder. Porque los gobiernos en la Argentina, si bien desde el ochenta y tres estamos en democracia, siempre tienen ahí ese pequeño tapón de conductas que no corresponden y somos nosotros como ciudadanos y nosotros como periodistas, los que tenemos que marcar este tipo de conductas.
Y los que están a favor de Milei van a salir por Santiago Caputo, que no es un personaje votado elegido, pero forma parte del entorno más íntimo del presidente de la Nación y que tuvo mucha injerencia en los triunfos resonantes electorales que tuvo como diputado y como presidente.
Creo que el señor Caputo tendrá que calmarse, tener un lugar mucho más silencioso, complementario porque él está para otra cosa. Y si en quince días tiene la visibilidad que tuvo en la nota intervenida con Jonathan Viale y Javier Milei y después tiene este escándalo en el Congreso, no solamente está dándole mucha visibilidad a su tarea, sino que está comprometiendo su tarea porque lo que hace es complicar al presidente de la nación. Y me parece que lo sustancial de esa tarea es aliviar y generar ideas y acompañar desde un lugar que no es el público. Ojalá que lo resuelva y sino que alguien asesore al asesor del presidente estrella de la Nación.
Tema dos. Era lógico y obvio que iba a suceder algún tipo de movimiento en la ciudad de Buenos Aires, más allá que comienza la campaña, porque la fuga de presos fue muy importante. Todavía no sabemos si la responsabilidad mayor es de nación o es de ciudad, porque la justicia tiene que llevarse a estos delincuentes porque en la ciudad no pueden estar, no porque no puedan estar porque es la ciudad, sino porque no hay condiciones para albergar presos. Pero el número de ochenta y siete en lo que va de la gestión de Wolf fugados y veintinueve recuperados hizo que el ministro tenga que dar un paso al costado y que Macri piense en una alternativa.
Hoy estamos hablando de Horacio Jiménez, ex jefe de la Metropolitana y con un perfil dicen que es severo, un perfil severo que en definitiva termina siendo justo que si no caemos en la Argentina las discusiones que la policía del setenta, que la represión y bajo el imperio de toda esta cuestión emotiva tan particular estamos repletos de delincuentes que no están en la cárcel y están o fugados o donde no tienen que estar. Así que me parece que es un un cambio sustancial, importante y relevante.
El último tema. Mañana vamos a estar hablando mucho a esta hora del último primer día de los alumnos que terminan la secundaria. Yo no es que pertenezco a la generación Tutankamon ni que veo las cosas nuevas todas mal. Al contrario, me adapto y creo que muchísimas cosas de estos tiempos son muchísimo mejores de las que vivimos nosotros en distintas épocas de nuestra vida. Pero cuando yo repasaba con ustedes algunos datos la semana pasada y el trabajo de Rodrigo Zarazaga y Daniel Hernández, que tiene que ver con chicos de dieciséis a veintidós años en puntos vulnerables pero difíciles de la Argentina.
Y lo amplifica con algún especialista. Y me decía que hoy gran parte de los chicos adolescentes no tienen una vocación definida, que tienen serios problemas para poder estudiar que la marihuana forma parte de la vida de muchísimos de ellos, que dejan la escuela que algunos dejaron de consumir, pero no con algún tratamiento definitivo en algunos lugares muy pobres, donde emerge la consolidación de un lenguaje muy propio, cargado de códigos y guiños relacionados a a cuestiones que tienen que ver con con la droga que tienen que ver con con la delincuencia en un país donde solamente lo repito hasta el hartazgo. Trece de cada cien chicos termina la escuela secundaria, que es lo mismo que cuando íbamos nosotros. No terminar la primaria era acomodar una gran ventaja. Bueno, hoy no terminar la secundaria es dar una enorme ventaja. Trece de cada cien y lo único que estamos hablando es del último primer día con sanciones para alumnos que vayan alcoholizados a la escuela.
Yo realmente no lo puedo creer porque mañana arranca la secundaria y los alumnos de quinto año van a hacer este clásico festejo del último primer día. Pasa la noche previa juntos sin dormir y en muchos casos con consumo de alcohol y algún tipo de sustancia. Los chicos que estén borrachos este año y actúen de manera indebida o no estén en condiciones de asistir a clases, no podrán entrar.
Yo no lo puedo creer, porque en un país donde discutimos los días de clases por los paros docentes por los problemas Edi Licios, porque no entienden lo que es multiplicar, porque muchos no interpretan texto. En el caso de la secundaria, porque gran parte del último año no tiene una vocación definida, no tiene ni siquiera el deseo. de abordar un oficio porque no todo el mundo tiene que ir a una universidad si no quiere, si no tiene vocación o si no está capacitado, donde la mayoría no hacen pie en el primer año de la universidad, porque los conocimientos que arrastran de la secundaria es pésimo.
Estamos discutiendo el último primer día vamos sin dormir y en la puerta de la escuela nos hacen un control para ver si estamos borrachos o drogados. Y si estamos borrachos o drogados, nos vamos a casa. Si no vamos al show del bostezo adentro, fastidiosos la que termina el día sin pensar en los maestros, sin pensar absolutamente en nadie. Con padres movilizados, preocupados y ocupados con la ciudad que tiene que hacer un operativo porque muchas veces hay enfrentamientos entre escuelas, en plazas, en lugares públicos, yo realmente no lo tomo como algo pintoresco o que marque un cambio.
Hoy me decían aquí los chicos que buscaron información esto se inventó, se creó la Argentina bajó de algunas provincias de cuyo se festeja. Estoy totalmente de acuerdo con que el último año es un año muy particular, de expectativa, de cierre de comienzo, pero cuando vemos un panorama tan delicado, sin vocación, en la mayoría de los casos, sin ideas sobre una universidad con conocimientos escasísimos, con días de clase que los contamos con los dedos y muchas veces faltan para llegar a los ciento noventa.
Estar haciendo un control para ver si un chico está drogado o alcoholizado para que no entre a una escuela. A mí me parece decadente. A mí me parece decadente. Tal vez muchos no coincidan y lo vean como una cuestión de alegría, de festejo. Los resultados son paupérrimos. Trece de cada cien en la Argentina terminan la escuela secundaria. Me parece que en vez de poner tanto énfasis en controlar si hay chicos borrachos o drogados, tenemos que ir a la escala previa a la de saber por qué hay tanta adicción en la Argentina. Porque se los cuento varias veces, no, pero mucha gente tal vez no lo sabe.
Hablando con directores de hospitales, entre ellos Edel Fernández me dijo Es alarmante cuando los sábados por la noche llamamos a padres que vengan a buscar a chicos que están con coma alcohólico y los padres nos niegan porque dicen, mi hijo es incapaz de tomar una gota de alcohol. Mañana empiezan las clases. Mañana vamos a estar con este tema y fuerte porque la ciudad tendrá que poner controles por todos lados.
Pero repito, el primer día de clases sin dormir y con controles y sanciones para los alumnos y alumnas que vayan borrachos o drogados a clase, así estamos.