Por supuesto que hay un tema central, pero tengo dos cosas que tampoco las quiero olvidar, porque pareciera que siempre tenemos que estar atrás de lo último en la Argentina.
Pero ayer vivimos un día para mi gusto doloroso y de profundo atraso. Porque Argentina a cuarenta y ocho años del último golpe militar, creo que tendría que tener un poquito más claro todo.
Y éste es un país de la interpretación. Éste es un país donde cada uno interpreta o tiene que interpretar y me parece que no es lo correcto. Porque a cuarenta y ocho años del último golpe militar nadie pone en duda la tragedia que significó la dictadura sangrienta en la Argentina. Absolutamente nadie. Y somos respetuosos de lo que pasó.
Pero el día de ayer para mí fue un día de absoluta involución, de mirar para atrás, de posa no siempre en cuestiones agresivas, de no tener claro. Y creo que los países, las sociedades que no tienen claro lo que les ha pasado, entran en fisuras casi permanentes, como las que tuvimos en el día de ayer.
Porque desde hace un tiempo venimos debatiendo y venimos discutiendo y venimos viendo que el kirchner mismo se apoderó de los derechos humanos y hemos visto algunas cosas que a mí no me gustan, sean Kirchner o no sean Kirchner porque se mezclan y me parece que hoy lo que sucedió cuarenta y ocho años atrás tendría que estar ya absolutamente resuelto entre todos los argentinos.
Sin fisuras, sin interpretaciones para un lado y para el otro. Y si aparece en algún momento un personaje como este señor Luis La Braña, que es un ex guerrillero de Montoneros que estuvo en Holanda durante la dictadura y puso en tela de juicio el tema de los treinta mil o no desaparecidos, me parece que a esta altura esto tendría que haber sido investigado.
Tendría que haber sido profundizado sin lastimar a nadie, porque estamos hablando de personas y también sabemos que del otro lado existieron personas que sufrieron con mucha crueldad dentro del ámbito de una dictadura, una dictadura que resolvió todo de la peor forma, donde no se respetó el derecho de nadie.
Por supuesto que hubo un aprovechamiento de los Kirchner en algún momento y un desmedido andar para mí de quienes representaron con mucha fuerza lo que pasó en la época militar. Hablo de la señora Bonafini, hablo de la señora Carlota, que en algún momento confundieron los tantos y los roles.
La señora Bonafini, con sueños compartidos y entrando en territorios donde jamás tendrían que haber entrado los derechos humanos. O la señora Carlotto haciendo algún tipo de defensa que desdibujó su accionar en medio de una dictadura donde fue absolutamente valiente y donde todo el mundo la apoyó.
Pero el que vivimos en el día de ayer, realmente para mi gusto, marca que estamos, pero permanentemente en marcha atrás, en la Argentina, donde no resolvemos absolutamente nada, donde miramos siempre con el espejito a ver qué es lo que pasó. Lo que yo pienso es lo absoluto. Lo que piensa el otro es la descalificación permanente.
Y todos sabemos que en la Argentina pasaron cosas gravísimas y a cuarenta y ocho años hoy nadie está poniendo repito en duda la tragedia y lo que significó la dictadura. Pero estamos mal, eh?
Ayer fue un día que no sirvió ni para reflexionar porque había agresión de un lado, agresión del otro, el video del Gobierno. Yo comprendo que quieren fijar su posición porque recién asumen y porque pareciera que si no la historia, la escriben otros y nadie puede refutar absolutamente nada.
Pero muchas veces me pregunto es el momento para seguir abriendo más grietas, para seguir abriendo más inconvenientes. A veces creo que se hace desde un fin y es que estemos hablando de otros temas para no profundizar lo que hoy son los temas gravísimos de los argentinos, que son la inseguridad y la economía y la inflación.
Por supuesto que éste es un tema que nos pega a todos porque tiene que ver con nuestra historia, porque tiene que ver con mucha gente sufriente, porque tiene que ver, en definitiva, con un hecho donde tendríamos que tener mayor claridad. Lo que sí repudio totalmente y me parece absolutamente desacertado, fueron las palabras de tela de Carlota arriba del escenario.
Porque cuando uno llega a esta instancia de ser orador en un día fuerte, en un día contundente, tiene que tener certezas, claridad y dejar buenos mensajes. Y me parece que éste fue absolutamente desacertado, muy poco claro, muy confuso y muy peligroso.
"Están cerrando lugares históricos. Yo creo que hay que cansa hasta que se vaya. Es un extraño personaje. Entonces yo digo que por ahí hagamos algo para que cambie o que se vaya rápido".
Señora Estela, por favor. Estamos en democracia. ¿De qué estamos hablando?
Usted que luchó tanto usted, que es una persona de la democracia y que defiende derechos como corresponde, no hay que cansar a nadie. Ganó un presidente, el más votado de la historia, nos guste o no nos guste lo hayamos votado, no lo hayamos votado.
No hay que cansar a nadie. ¿Sabe cuánta gente estuvo cansada de aquellos que usted defendió a capa y espada y los respetó hasta el final.¿Sabe cuánta gente se sintió mortificada?
También Porque en algún momento abuelas o madres que eran instituciones que estaban blindadas en el corazón de los argentinos sintieron decepción cuando ustedes tomaron un rol político que no era necesario, apoyando a un gobierno que pasó desde hace un tiempo y que la gente lo puso afuera con los votos en la última oportunidad y que tiene muchísimas cuentas pendientes en la justicia.
Me extraña la estela de Carlotto porque puedo decir no coincido, no estoy de acuerdo. La política de derechos humanos está retrocediendo, no acierta. Y la vicepresidenta tiene un pensamiento que no coincide conmigo, pero cansa hasta que se vaya Estela me extraña.
Usted sabe lo que es la interrupción de gobiernos. Usted sabe lo que es que se canse alguno y no pueda terminar su mandato.
Me extraña, me extraña y la verdad lo pongo en un plano de preocupación, porque este pensamiento lamentablemente, da vuelta por muchas cabezas y por pensar así. Muchas veces cometimos errores realmente muy, pero muy graves.
La democracia es otra cosa, es elegir y es seguir votando. Así, los argentinos le pusieron punto final a muchos gobiernos y así los argentinos le pusieron también mucha expectativa y mucha esperanza a nuevos gobiernos.
Y desde el ochenta y tres votamos sin parar. Tuvimos, por supuesto, un quiebro, una situación dramática en el principio del siglo, pero ya hay cosas que están superadas.
Mauricio Macri terminó como correspondía su mandato. La gente dispuso después que, como no le gustó su presidencia, no fue reelegido.
Alberto Fernández, que tuvo una pésima presidencia de la Argentina, ni siquiera se pudo presentar a su reelección porque había un cuatro por ciento de imagen positiva de quien se estaba retirando hace muy pocos meses del poder.
Por lo tanto, me parece que este juego de palabras y este tipo de situaciones para estos tiempos y viniendo de quien vinieron en este caso de la señora Estela de Carlotto, no corresponden para terminarlo un día donde dimos un paso atrás, una vez más donde nos enfrentamos y donde volvemos a poner en tela de juicio cosas que pasaron en nuestra querida Argentina envuelta en dolor, envuelta en sacrificio, envuelta en un montón de circunstancias, pero lamentablemente, siempre con dos verdades y donde hay dos verdades no hay una creencia absoluta y por eso nos va en muchas cosas, como nos va.