Ahora, en este nuevo horario que lo hacemos, estamos terminando una semana bastante larga, no bastante larga.
Y percibo que más allá de lo que significa siempre el Enero de Argentina, los últimos años venimos viviendo enero.
Preocupantes, no, porque todo el mundo, más allá del impulso, el comienzo de un nuevo año, mira a su alrededor y ve situaciones muy complicadas.
Y me parece que este primer tramo de enero se ha puesto muy complicado y muy difícil.
Porque más allá de la necesidad de sincerar algunas cosas de la economía, cuando hacemos el sinceramente de la economía nuestra, también tenemos que ver que nuestro sinceramente marca.
Qué mal estamos los argentinos económicamente ante una situación de corregimiento, de algunos precios, algunos desbordados y otros necesarios.
Porque yo estoy entre los que creen que no podemos pagar nafta subsidiada mucho tiempo, los que no podemos pagar luz subsidiada, agua subsidiada, gas subsidiado porque los países de esa forma no se pueden manejar, y más cuando tenemos un estallido inflacionario como el que tiene Argentina, que lo que me estás dando en un pasaje de colectivo como beneficio.
Me lo estás quitando cuando voy al supermercado cuando voy a la farmacia o cuando tengo que hacer un arreglo en mi casa, porque la inflación hace que todo esté desbordado y no haya ningún tipo de precio.
Eso dura un tiempo.
Es una pequeña ilusión y que termina estallando porque o tengo que tomar deuda, como tomó Macri, o tengo que emitir a lo loco, como emitió Alberto Fernández.
Y ninguna de las dos cosas nos han servido porque cada día estamos un poquito peor con la marcha atrás permanente.
Yo veo en cosas domésticas o en cosas que forman parte de lo que era algo bastante común de la gente en algún momento que hoy no se pueden hacer.
No le cuento cambiar un auto ya oír hacer un arreglo es un lío.
Cambiar un teléfono celular.
Tengo amigas y amigos que están ahí, pero atados con alambre.
No fui porque se me rompió y se me cambió, pero la batería se está re y pero si lo tengo que comprar nuevo, lo que valía trescientos Lucas hoy vale dos millones y dónde saco dos millones de pesos y cómo lo financio y cómo lo pago realmente se ha hecho muy complejo y muy, muy difícil.
Por eso creo que el Gobierno argentino, más allá de hacernos ver que hay cosas que no van y que hay que agarrar un lápiz rojo y borrar todo lo que está de más y todo lo que nos sirve hoy esta historia de Cristina Fernández que, entre otras cosas, deuda de doscientos millones de pesos por por el uso de los aviones de IPF para ir a su casa, por favor.
Entonces, más allá de tachar todo esto, que todos lo sabemos, los gastos, los excesos, los gestos, Porque el presidente ahora dice ahorré trescientos noventa y dos mil dólares yendo en Lufthansa y no viajando en el avión privado y no sé qué sainete.
Más allá de todo eso, me parece que ha llegado el momento donde hay que también observar cómo hacemos para que la gente empuje y acompañe.
Porque hoy el tremendo ajuste de cuentas y el equilibrio que pretenden está golpeando muy, pero muy fuerte a la población.
Yo cuando escucho ahora que vamos a volver al impuesto a la ganancia, la verdad, fue una locura haberlo quitado del modo que lo quitaron.
Pero ahora cómo hacemos para restituirlo en medio del golpe brutal de diciembre?
Más allá que Milei quiera que los gobernadores pongan la carita y con la trucha de ellos digan Che, necesitamos en impuesto a las ganancias que en la campaña nos hicimos los cantos y ahora estamos rogando que vuelva esa guita.
Cómo le sacamos a la gente algo que le dimos?
Es duro, Es difícil.
Ni que hablar del sector de los jubilados.
Esta semana estuve en el canal en América, con un grupo de jubilados.
Si no es por el cariño de algún familiar, el apoyo de algún hijo o de algún alma caritativa.
Una señora me contó que tiene una amiga que le da un departamentito mínimo por cuarenta mil pesos.
No pueden vivir, están bajo línea, casi de indigencia, menos de cien dólares.
Y me parece que tenemos que ser sinceros, saber que llegamos por un montón de consecuencias a este desastre, que le ponemos fe, pero no sabemos si vamos a salir o no con este plan o con este programa.
Ojalá que sí, porque estamos todos arriba de un mismo barco y porque creo que todo aquel que tiene un hijo, una proyección, una raíz, Un futuro pretende que esto funcione, salvo aquellos que están con la cabeza rota y que ah, no, como no gobierno.
Yo ojalá que vaya todo como la mora, como si estuvieran viviendo en otro planeta.
Pero me parece que es un momento muy complejo y el momento complejo merece otro tipo de vínculo de los políticos con la gente y de tratamiento de ellos con entre ellos para bajar a la gente.
No estoy de acuerdo con esta furia tuitera del presidente de la nación.
El presidente, a partir del momento que es presidente, tiene un sinfín de privilegios y un sinfín de responsabilidades extremas.
Entonces se terminó el tema de las redes sociales, salvo para informar algo, salvo para contarnos algo perfecto.
Tampoco es el universo Twitter, pero para estar tuiteando furiosamente contra lo que opinan distinto a él y lo dicho en su último discurso o andar poniendo me gusta a las opiniones de los AFI.
Me parece que estamos perdiendo tiempo y me parece que estamos calentando algo que en la Argentina tenemos que enfriar y es la tolerancia, pues ya tuvimos tiempo de mucho grito de mucha master class política desde la ex presidenta de la nación hasta la última vocera que ahora cerró la cuenta en Twitter.
Cerró la señora Cerruti y su cuenta dando master class de periodismo con cara siempre de imponer cosas como el que no entiende lo que estoy diciendo.
Es un reverendo imbécil y esa parte realmente ya nos agotó.
Y creo que mi ley tendrá que entender que parte de gente que lo votó lo votó buscando una tolerancia.
Entonces no podemos creer que lo que él piensa es lo único y lo superador.
Por supuesto que hay una cuota de fe. Por supuesto que hay una cuota de esperanza.
Por supuesto que hay un hartazgo.
Por supuesto que hay también una mecha muy corta de los argentinos.
No abusemos de la mecha corta.
No abusemos de la mecha corta porque si bien los números hoy de aceptación del primer mes del gobierno son buenos, uno ve cuando va a hacer las compras de todos los días, las caras de preocupación y tensión.
Ayer me llamó profundamente la atención porque fui a un supermercado, había un matrimonio mayor.
La señora miraba el movimiento de la cajera con una cara de una angustia y una incertidumbre.
Llevaron cinco o seis productos.
Pagaron diecisiete mil pesos y el descuento de la tarjeta y no sé qué historias se los dejó.
En quince mil compraron poco, pero la angustia que tenían en el rostro simplificaba el momento en que se vive en la Argentina.
Entonces me parece que es un momento de bajar tensiones, de bajar gestos que son petulantes, gestos que son de soberbia y entender que el momento es delicadísimo en dos frentes el económico, pero también el de seguridad, porque me parece que acá, si bien tenemos una ministra visible, que es Patricia Bullrich, estamos muy atentos a los protocolos, a las marchas, a los cortes que son importantes porque nos hartó también todo eso.
Pero no es lo único.
Terminan de matar a una nena de trece años en una situación de inseguridad en virrey del Pino y tenemos un sinfín de casos que están vinculados a la inseguridad de la población con relación a la gran cantidad de droga que circula en la Argentina.
Y tenemos un montón de casos.
Hace unos días, uno en Ballester hacer uno en Sarandí de personas que llegan a la puerta de su casa y los asaltan.
Y tenemos otro acá de una señora que estaba tomando un cafecito y la arrastran y la revuelcan para robarle el celular.
Entonces me parece que más allá del protocolo y de los cortes de calle, no tenemos que desatender el problema central que tenemos los argentinos.
Y es que andamos con el corazón en la boca cuando andamos en la calle o cuando tenemos un celular encima.
Dos temas claves economía, inseguridad y yo le sumo el tercero, tolerancia entre nosotros y diálogo, entendiendo que lo que puede pensar un opositor puede ser mejor a lo que puedo creer yo, un opositor, no un enemigo.
Pero cambiemos ese chip, hagamos ese esfuerzo y también se lo pido a los que adhieren a Javier Milley, a los que lo votaron y a los que encuentran en él un camino en esperanza.
Saquemos esa cuota de revancha, de twittero permanente que tenemos todos, como para descalificar al otro para maltratar y para creer que de esa forma, haciendo catarsis estamos mejor.
La catarsis la tenemos que encontrar, pero buscando buenas ideas y convivencia.
Si no vamos a repetir errores que conocemos de gobernantes, de estilos y de formas que la mayor parte de los argentinos ya han dicho que no