Como todos los días y por supuesto que desde hoy muy temprano venimos casi en materia política con un monotema como fue la marcha multitudinaria del día de ayer.
Yo creo que en la Argentina hay batallas culturales donde es muy complejo poder entrar y poder intentar no solamente hacer pie en la batalla, sino ganar la guerra.
Y creo que lo de ayer es la primera alarma seria contra el Gobierno argentino, fundamentalmente teniendo en cuenta, como dice Federico Aurelio en sus trabajos de opinión o algún vocera circunstancial, no tenemos informaciones precisas y creen que se salda una situación con un comunicado diciendo depositamos no sé cuántos millones no alcanza ministra.
Con eso a esta hora hoy, previo a lo que va a ser el vocero, adorne sería extraordinario que la ministra de capital humano y el ministro de Educación estén dando la explicación sobre cómo el Gobierno interpretó lo que sucedió ayer en la Argentina.
Me encantaría esto porque si no abrimos un diálogo y si el Gobierno cree que tiene la razón, y si las autoridades universitarias creen que solamente con dinero solucionamos los problemas educativos que tiene hoy la Argentina, nos quedamos parados siempre en lo complementario y no en la clave de esta situación, porque las universidades tienen que funcionar y porque la U es un sinónimo de igualdad de movilidad social.
Pero también tiene que ser la motivación para que mayor cantidad de argentinos decidan emprender una carrera. Son pocos los argentinos abriendo los números que hoy en la Argentina termina en una carrera universitaria.
Y me parece que más allá de los números del presupuesto, donde claramente los rectores tienen razón del otro lado, también tendremos que entender que estamos ante una crisis en un país donde solamente el dieciséis por ciento de los chicos terminan primaria y secundaria y donde tres de cada diez se reciben en las universidades públicas y privadas de la Argentina y donde el setenta por ciento abandonan el primer año por falta de vocación.
Pero fundamentalmente, saben por qué? Porque el nivel del secundario es tan paupérrimo que un chico llega a la facultad y no hace pie porque no está capacitado para poder seguir lo que cree que es su vocación y es su futuro.
Entonces me parece que hay que abrir todo. Che, la guita no alcanza, Es vergonzoso. No podemos dar clases en medio de un pasillo porque hay sol y no podemos entrar a clase porque está oscuro. No puede ser que no haya toallitas o papel higiénico en un baño, son cosas elementales. Estamos hablando de un país que se crió con otros tipos de conceptos. Son cosas básicas.
Esto ya no lo tendríamos que discutir. Tendría que dar vergüenza, pero sí tendríamos que estar discutiendo por qué no nos alcanza la plata más allá de la inflación y por qué el nivel hace hoy que tan pocos chicos terminen la secundaria.
Acá en Uruguay es obligatorio y le va bárbaro y tan poca gente puede hacer pie en la universidad. En la Argentina hay cuestiones que son batallas culturales que son icónicas, donde es muy difícil poder entrar sin un argumento sólido.
Y el Gobierno no hizo pie. El Gobierno cree que con el tweet de mi ley el Gobierno cree que con que toda la historia, que todos son deshonestos y chorros y miren que yo estoy a favor de las auditorías, mil por mil soluciona todos los problemas y no lo soluciona.
Muchas veces los acrecienta. Hay temas en la Argentina que están instalados en la sociedad y que son hoy por hoy inamovibles, salvo que tengas un argumento demoledor la educación pública, la salud pública, el sentimiento que tienen los argentinos por las Malvinas.
Esto es como mañana llegar diez y noche. Mira, vamos a tirar abajo el obelisco. No, mi no vamos a jugar más al fútbol en la Argentina no vamos a comer más carne.
Cosas menores, por supuesto, pero que tienen que ver con el arraigo de pensamiento que tiene un montón de gente que no se lo vas a mover si no tenés un argumento sólido y el Gobierno se empantanó en sus discusiones sin mucho sentido, creyendo está saldada la deuda y esto es así y esto no es así y la deuda no está saldada. Un día importante.
Repito, primera alarma fuerte contra el Gobierno de Javier Milei. Ojalá que hoy, teniendo en cuenta que gran parte de la gente que ayer estaba en la calle son estudiantes y son votantes en la mayoría de miá y lo manifestaban en casi todos los noticieros. Dejemos de lado la señora madre de Plaza de Mayo. Pensé que Ibe Christie, dejemos de lado todo eso porque la CGT verlos con un libro en la mano.
Realmente es emocionante a los titulares de CGT, pero no suman nada y forman parte de algo que la gente hoy los puso a un costado más allá, que quieran politizar y más allá que quieran explicar un montón de cosas. La mayoría de la sociedad argentina hoy mira para adelante, no mira para atrás, mira para adelante y votó hace poco tiempo y tomó equivocadamente o no una determinación.
Pero hoy sería un día extraordinario para que los rectores y el ministro de Educación casi desconocido de la Argentina y la ministra de capital humano casi muda de la Argentina, se sienten en una mesa y traten de encontrar algún tipo de acuerdo, porque los países crecen con educación no solamente con presupuesto, sino también con resultados, con médicos, con abogados, con ingenieros agrónomos, con farmacéuticos, con científicos. Pero necesitamos un número más alto, no tres de cada diez que se reciben porque sé algo que tiene la Argentina.
A diferencia de otros países de Latinoamérica, que por aquí pasó Domingo Faustino Sarmiento y marcó una diferencia sustancial en lo que son las banderas de la educación, ojalá que esa distinción nos permita ser capaces de superar una nueva grieta absolutamente innecesaria, donde discutimos solamente presupuestos, donde no discutimos calidades y donde discutimos cuestiones políticas que a esta altura, en el dos mil veinticuatro, tendrían que estar saldadas como educación pública, gratuita, controlada, auditada, sin excesos, con los límites lógicos que tiene todo el dinero que forma parte de un Estado, pero transformándose como siempre, la universidad pública en un sinónimo de igualdad para aquel que estudia.
O aquel que intente hacerlo, para tener un futuro mejor en un país que cuando piensa en el futuro. Es un signo de interrogación.