Hoy tocamos a lo largo de la mañana dos temas que están involucrados con la corrupción y el desorden. Cuando abrimos un último trabajo de opinión para ver cuáles son los temas importantes que la gente les reclamaría a los dirigentes políticos, encontramos como siempre, en primer lugar, la inflación; los precios de los alimentos; la inseguridad y la delincuencia, y también aparece la corrupción.
Y cuando no hay ningún tipo de solución, los problemas estallan en la cara, como este caso bestial de tarjetas de débito en La Plata, con la legislatura bonaerense: una caja de $170 millones. Estoy hablando del señor apodado "Chocolate" Rigau, que destapó una matriz donde ningún espacio político hace un comentario. Las sospechas hoy salpican absolutamente a todos.
Estamos hablando de 48 tarjetas, de sueldos de $580 mil, de estos prestanombres, de gente que no sabemos si está viva, si está muerta, pero que fue a declarar y a recitar una reverenda mentira. "El señor es muy amable y nos retira plata del cajero y nos trae toda la plata a casa", dijeron. No lo cree absolutamente nadie.
Esto es un caso profundo de corrupción y hay otros que tienen que ver con el desorden y con la utilización que se le da muchas veces a lo público, como si fuera privado.
Hoy hablamos con Graciela Ocaña, que lleva a la justicia a Silvina Batakis, inolvidable ministra de Economía por 24 días en un desastre que hizo aquí en la Argentina, después del otro desastre que fue Martín Guzmán. Ocaña lleva a la Justicia no solamente a Batakis, sino también a María del Carmen Barro por el papelón de la contratación de "Pitty, la numeróloga". Batakis está investigada por contratar a una amiga y a un exmarido cuando supuestamente no entraban más empleados públicos.
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