Vengo contando desde hace un tiempo a esta parte, que estoy cansado de reiterar temas que no tienen ningún tipo de solución. Pero hoy lo pensaba cuando venía temprano a la radio: como tenemos el privilegio de trabajar de esto, de estar en una de las radios líderes de Argentina, de tener cuatro horas en el prime time de esta emisora, tenemos una función y tenemos que repetirlos para que algunas cosas se modifiquen.
Recuerdo que hace muy poco tiempo, cuando se produjo el caso del quiosquero asesinado en Ramos Mejía, estábamos todos con esta misma sensación y todos con el deseo íntimo de que algo cambie. Ayer, cuando nos enteramos de lo que pasó con Morena, agonizando muy cerca de una escuela, sentí la impotencia por esa pobre chica que tuvo que entregar su vida por un teléfono celular. Y rápidamente uno se pone en la piel de la familia y en de todos los argentinos, que todos los días sortean el drama de no saber si vuelven a su casa.
Porque hay mucha gente que todos los días padece la odisea y hasta creó un sistema de seguridad que no es infalible y por eso pasan este tipo de cosas. Ayer, la abuela contaba que Morena tenía un celular porque lo llevaba a la escuela y le decía "abuela, llegué".
El caso de Roberto hace unos años y el de Morena ayer el Lanús muestran que si no cambiamos el sistema nos va a seguir causando el mismo dolor, la misma indignación, la misma impotencia. Y vamos a seguir contando muertos en la Argentina.
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