Creo que la peor nota que puede tener un Gobierno es el índice de la pobreza.
Y ayer el desacertado Alberto Fernández salió a hacer un cuestionamiento, fundamentalmente atacando a sus socios políticos, que muchos lo banca, no hasta hasta el minuto final, en un gobierno donde él tuvo una participación inexistente casi en los últimos tiempos.
Pero digo tan errático el presidente de la Nación que empezó a cuestionar los datos de la pobreza que emite el INDEC ayer lo hablábamos.
Esto largo y tendido, dijo Esto se está midiendo mal.
Esto hace que la gente mienta a la hora que le pregunten y para no perder un plan, por favor, decíamos hacer no, señor presidente, no destra.
Temos tanto a la gente porque la gente no inventa que es pobre para que le den un plan de sesenta y seis mil pesos.
No, no, no.
La gente cuando llega el INDEC y hace un censo, como hicimos los argentinos hace poco, cuenta su verdad.
Cuenta que no tiene cloacas, cuenta que no tiene agua, cuenta que viven hacinados.
Cuenta que no tiene casa propia, cuenta lo que sabemos todos, pero fue tan inoportuno el momento en que abre esta discusión retirándose de su Gobierno, que hoy la UCA, que maneja siempre en paralelo lo que podría ser la otra medición, que no es la medición estatal, que la verdad, hay que sacarse el sombrero.
Porque vivimos tiempos donde el INDEC, el Argentina, inventaba la inflación donde inventaba la pobreza donde escondía la pobreza.
Este INDEC da a conocer los números como son de la mano del señor Marco, la Vania y aún en plena campaña electoral, donde los argentinos estamos acostumbrados a que nos digan cualquier cosa, dio los números de inflación que correspondían, que eran durísimos y malísimos para hacer campaña electoral.
Fue tan inoportuno el mensaje y tan dañino para la gente que la está pasando mal que la UCA hoy publica un dato que es demoledor y que es el boletín con el cual se va este gobierno.
Cuarenta y cuatro Coma siete por ciento de pobres en la Argentina.
Sube más en el último trimestre, veinte Coma ocho millones de pobres en Argentina cuatro cuatro millones de indigentes En la Argentina estamos hablando de números bestiales.
Los menores de diecisiete años, la pobreza sesenta y dos nueve chicos que no completan los cuatro platos de comida diarios.
Sesenta y dos coma nueve.
Repito, entre los menores de diecisiete años son números demoledores, brutales, bestiales, incomprensibles en un país donde tenemos todo y lo repetimos hasta el hartazgo.
Pero hay que marcarlo.
Los cuatro climas, tierra próspera, gente que trabaja, capacidad, buenos cerebros.
Tenemos todo, tenemos todo, nos pueden comprar todo, nos pueden llevar todo, le demos una vela a cada santo y vamos a tener que ordenarnos en alguna oportunidad.
Porque si debemos cuatrocientos mil millones de dólares, el mundo no nos presta un centavo y tenemos la mitad del país pobre.
Algo está mal.
O gastamos mal o gastamos mucho y no nos alcanza.
Pero habrá que encontrar una conclusión porque no tenemos un mango, no hay plata.
Es el slogan de estos tiempos.
Tenemos una deuda bestial, pero la mitad del país está bajo la pobreza.
No es que bueno, Che, le debemos a todo el mundo.
No le pagamos a nadie.
Le debemos cuarenta lucas verdes al fondo.
Debemos cuatrocientos mil millones de dólares.
Debemos No sé cuánto a los chinos, pero la verdad, estamos de parabienes.
Hoy salió otra vez la prueba PISA.
Siete de cada diez chicos no entienden un pomo de matemática.
La mitad no entiende nada de lenguaje En dónde estamos bien, cuál es lo que nosotros decimos?
Che en la Argentina esto florece o esto funciona, no funciona nada, no funciona nada.
Y el peor boletín para Alberto Fernández y para Cristina Fernández, porque no se pueden ir con estos números bestiales cuarenta y cinco por ciento de pobreza en la Argentina.
Bueno, ahora viene la otra parte, porque este papelón ya lo sabemos.
Y más allá del papelón permanente del presidente cuestionando, inventando que la gente inventa que la gente no sé qué cosa, como si la gente viviera bien, como si la gente viviera bien.
Más allá de todo este drama, vamos a tener que entrar en un momento y aprovechando el cambio de gobierno con quien sea ministro o ministra de Seguridad Social, la ministra que ya tenemos asignada, que supuestamente es la que va a tener la billetera abierta a trabajar bien sobre el tema de los planes, porque hoy la Argentina estaría con más de cincuenta por ciento de pobres.
De no existir los planes, los planes cumplen nueva función.
Los planes salvan a muchas familias, pero los planes no pueden ser el instrumento para quedarse toda la vida.
Los planes tienen que ser la herramienta para que nos capacite, para que nos eduquemos, para que encontremos un trabajo digno.
Lo complementamos con el plan y un día soltemos ese salvavidas que fue el plan.
Aquí tuvimos un problema muy serio hace poco con un fiscal que descubrió irregularidad de gente que viajaba en cruceros y no sé cuánta historia malgastando el dinero del Estado y además privando tal vez a alguien que lo necesita a cobrar.
En las últimas horas.
A propósito de esto, que yo planteo de este orden que hay que darle a la Argentina, se hizo muy viral una entrevista a un joven de virrey del Pino que declara ante una entrevista periodística que le hacen así como de las tantas cada vez que hay una manifestación o algo por el estilo que vive de planes sociales y que no quiere trabajar.
Por supuesto que esto puede ser una excepción, pero también esto, lamentablemente para muchos, se transformó en una forma de vida o en la única vida que conocen en el reportaje que vamos a escuchar ahora Muy brevemente.
Este joven se define como un vago que no tendría ningún problema en salir a buscar un trabajo cuando lo necesite.
Pero hoy él y su familia decidieron vivir de los planes.
Por qué?
Porque se criaron en un contexto donde el Estado está para resolver absolutamente todo.
Entre otras cosas, lo que muchos consideraron la falta y el desinterés por trabajar.
Rubén tiene veintiuno años.
Tiene dos hijas, vive con las nenas, Vive con su pareja, vive con su hermano.
Nunca prestó servicio ni fue empleado.
Tampoco estudia ni planea hacerlo.
Viva la vagancia, dijo.
Lo plantea con firmeza y sin ningún tipo de tapujo.
Lo dice sin ningún tipo de inconvenientes.
Eligió este estilo de vida, cobrando planes y decidiendo no trabajar.
Habrá que ordenar y habrá que mirar con lupa.
Todo esto donde Javier Milei promete un reordenamiento de los planes no quitándolo, pero entregándolos al que lo necesita y tal vez logrando que esta gente que sí lo necesita, como Rubén, entiendan que ésta es una situación de tránsito donde hay que capacitarse donde hay que educarse y donde hay que volver a una semilla clave de nuestro país, de aquellos viejos tiempos que parecen cada vez más lejanos el poder trabajar y el sentir la obligación y la dignidad del trabajo.