Yo cada vez que miro el calendario digo imposible no, porque ya estamos casi terminando el año y me voy a tomar el minuto de hoy, que es un minuto acotado, porque yo soy de los que creen que tenemos que respetar las normas y respetar las normas.
Es saber cumplir cuando tenemos tantas cosas que nos han quedado de este año tan prolongado, tan eterno, que estamos viviendo todavía y que tiene el desenlace final el próximo domingo, respetuoso de una normativa que hace para mi gusto injusto que los medios tradicionales entren en una vela necesaria para aplacar las cabezas, los ánimos, las declaraciones, los contrapuntos en la parte final de lo que es una campaña electoral, pero con un tratamiento muy diferente a lo que pasa con el universo de las redes.
Realmente me parece que es inoportuno, no, porque lo que yo puedo hablar acá o no lo puedo publicar o no en una red.
Y me parece que también tenemos que acostumbrarnos muchas veces a respetar algunas normativas que tienen que ver con el buen funcionamiento de una sociedad y que no tiene que estar visto como chip.
Y cómo vas a cumplir? Si cumplís estás como fuera de un sistema.
No tenemos que ir a la regla y no siempre a la excepción. Termina un año muy largo.
El domingo vamos a votar, Vamos a elegir.
Algunos dicen que los batá no son una elección.
Me decía Graciela Camaño que tuvimos el gusto de entrevistar a Graciela, que para mí es una de las diputadas más destacadas.
No solamente porque todo lo explica fácil, porque todo lo explica bien, sino porque tiene una cuota para apartarse muchas veces de esa cuestión de parcialidad que tenemos mucho político argentino cuando hay que elogiar una cosa, cuando hay que destacar cuando hay que ponderar cuando hay que criticarla, Graciela se pone firme y marca la diferencia.
Y Graciela me planteaba en la entrevista que hicimos acá que en los balotaje uno está optando.
No está eligiendo, aun cuando uno de los dos candidatos sea de nuestro gusto o haya pasado a esta instancia.
Y es lo que vamos a tener el próximo día domingo, con números que no sabemos cuáles son.
Hoy todo el mundo habla de una moneda al aire, tal vez porque tiene que ver entre otras cosas con la Constitución o el formato que tienen los partidos políticos entre dos personas.
Nunca hubo diferencias brutales, sustanciales en los batá y en las contiendas de esta naturaleza, en elecciones importantes que se dieron a lo largo de la historia.
Esto que fue inventado por los belgas y después que fue ratificado y expuesto por por los franceses y que tomó tanta trascendencia porque es la que sirve para desempatar cuando hay lo que nos pasó aquí.
De cinco, una decantación y quedan dos.
Lo importante para mi gusto que el domingo rompimos lo que sucedió automáticamente después de la elección, que era la catarata infernal de impugnaciones y de voto en blanco.
Me parece que eso lo atenuaron, que empezamos a razonar, a pensar sabiendo que debemos elegir o, como dice Graciela Camaño, optar.
Si no quieren elegir, hay que optar entre las distintas condiciones y calidades que tenemos para el próximo domingo.
Y lo último, porque estamos en un terreno acotado y repito, lo tenemos que respetar.
Más allá de todo lo que hemos visto, más allá de lo que yo planteaba hoy, muy tempranito, donde los especialistas en relaciones humanas nos cuentan que tenemos una campaña que giró a través de lo que sucede casi siempre, no el pensamiento mágico.
Candidatos que generan expectativas coherentes, realizables y muchas que son precisamente parte de esta magia donde tratamos de agradar a los que nos siguen.
Pero tratamos siempre también de marcar la inestabilidad y el error del otro, más que la virtud y la calidad de lo que nosotros estamos proponiendo. Esto se dio en casi todas todas las campañas argentinas, porque hoy decimos Che, esta fue una campaña dura donde hubo descalificación, donde hubo contendientes que parecían separados y terminaron juntos, donde hubo pensamientos que los separaban y los terminaron uniendo y donde hubo campaña del miedo.
Pero creo que en todas las campañas argentinas siempre existió la campaña del miedo, que para mi gusto es más destacar el error del otro que la virtud propia, algo que lo vivimos permanentemente, que es una sociedad que está acostumbrada a vivir bajo este tipo de formato.
Yo lo digo siempre en el fútbol.
En Argentina se disfruta muchas veces más el fracaso ajeno del vecino del rival futbolístico que el éxito propio.
Y me parece que tenemos que mirar más puertas adentro porque eso nos hace más firmes y nos permite ser más exigentes con lo nuestro también.
Y para terminar, porque el domingo vas a ir a votar porque lo tenés como un método de vida, porque amás la democracia y porque sabés que es el sistema donde decidimos nosotros lo que pasa.
Tengamos mucho cuidado con las palabras que utilizamos y esto hay que pedírselo fundamentalmente a quienes alentaron y levantaron la bandera del fraude en la Argentina.
Porque en la Argentina, un país donde tenemos absolutamente de todo y muchos problemas, hay un problema que no tenemos y es el fraude, entonces no lo tenemos que inventar porque desde la restauración democrática, teniendo en cuenta las tremendas fallas que quedan en distintas instancias de nuestra vida, dependiendo de la política y dependiendo también del Estado, las elecciones funcionaron siempre.
Bien, entonces no podemos inventar un problema donde la historia demuestra lo contrario. Nueve elecciones presidenciales de mil novecientos ochenta y tres. Sólo en cuatro de ellas ganaron los oficial mismos.
No tuvimos ningún inconveniente. Entonces tenemos que tener prudencia.
Repito, desde mil novecientos ochenta y tres hubo nueve elecciones presidenciales y sólo en cuatro ganó el oficialismo.
El último balotaje que fue un balotaje apretado de punto y pico.
Daniel Scioli reconoció la derrota como correspondía.
Hemos tenido algún inconveniente en esta última elección con la paridad de la Intendencia de la Plata, con la paridad de la Intendencia del Veinticinco de Mayo con la paridad de la Intendencia de Pinamar.
En algunos casos hubo cincuenta y pico votos de distancia. Podemos hablar de alguna irregularidad?
Sí, podemos discutir una boleta sana o rota.
Sí podemos discutir la fecha de una boleta dentro de una urna porque alguien se confundió y puso una que no correspondía.
Sí, pero no podemos hablar de fraude porque gracias a Dios vuelvo a repetir en un país que está plagado de problemas y que está también con mucha ineficiencia por parte del Estado. Hay algo donde no podemos discutir y donde no podemos polemizar. Y es en la transparencia del sistema.
Lo podemos perfeccionar? Sí, vuelvo a repetir.
Yo deseo por una cuestión de economía, por una cuestión de serenidad y para voltear cualquier atisbo de duda, ir a un sistema como utilizan algunas provincias.
Córdoba, Santa Fe, boleta única, dos caras, dos fotos, una lapicera, una cruz y evitamos un gasto excesivo en la impresión de boletas.
Evitamos entregar un montón de dinero a partidos políticos que son sellos de goma que no llegan ni al cero coma cero cero cero, pero cobran una cantidad de dinero brutal y hacen un negocio con las boletas y además cuidamos el medio ambiente gastando menos papel.
Eso será para más adelante. Pero no lo olvidemos y tengámoslo en cuenta.
Pero repito el fraude, un problema que gracias a Dios los argentinos no tenemos y que no lo debemos inventar.
Ojalá que el domingo sea un día ejemplar, un día cívico.
Un día donde, si bien cuesta motivarnos, sabemos que es el único sistema capaz de ratificar o rectificar lo que a cada uno de nosotros nos está pasando.