Mirá el comentario editorial completo de Facundo Pastor acá:
No tengo claro cuánto de todo lo que está pasando con los espías y con la inteligencia en la Argentina le cambia la vida a la gente; cuánto le modifica para mejor o para peor la vida al ciudadano de a pie.
Sin dudas, tengo claro que la inteligencia y la comunidad de espías y todo eso están relacionadas con la salud y la calidad democrática. No hubo un solo gobierno desde la vuelta a la democracia hasta acá, que no se haya valido de esos poderes ocultos y oscuros que manejan los espías y la inteligencia para hacer cualquier cosa.
Por si ustedes no lo saben, en las últimas horas, el Gobierno Nacional, a través de la oficina del presidente, anunció que Milei va a disolver la AFI, que es el organismo, que es la agencia, con la que se había encabezado la intervención de la vieja SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado), como se la bautizó en los noventa.
Además, va a haber más cambios en el sistema de inteligencia nacional, ya que de esa, que volverá a llamarse Secretaría de Inteligencia, van a depender cuatro organismos: Servicio de Inteligencia Argentino, Agencia de Seguridad Nacional, Agencia Federal de Ciberseguridad y División de Asuntos Internos, que deberá efectivamente auditar las áreas mencionadas anteriormente.
Repito, no sé cuánto de todo esto le cambia el día a día a la gente. Creo que poco y nada. Sí, está claro que aquello que alguna vez se llamó o alguien llamó los sótanos del poder, los sótanos de la democracia, se hacen a la calidad democrática.
En pocas horas, vamos a cumplir 30 años del segundo atentado terrorista que la Argentina sufrió, que es el atentado a la AMIA, donde los espías vernáculos tuvieron y todavía tienen mucho que ver con la impunidad de ese atentado.
¿Dónde estaban, qué estaban haciendo, qué pasó entre aquella voladura de la embajada de Israel y lo que sucedía dos años después con la AMIA?
Todo eso no está claro. Como tampoco está claro qué pasó con el fiscal Nisman, que solo tiene una respuesta certera en la grieta política. Alguna vez lo he explicado: los que piensan de un lado, en términos políticos, creen que a Nisman lo mataron; los que piensan del otro lado, en términos políticos, creen que se suicidó. En el medio, los espías o la inteligencia... bien, gracias.
Tampoco está claro qué pasó con la muerte de Carlitos Menem Junior, ni con las últimas horas en vida de Alfredo Yabrán, ni con la voladura de Río Tercero, ni con la muerte de Lourdes Di Natale. Seguramente se me escaparán muchos casos, crímenes, muertes y hechos oscuros que aún están sin resolver en nuestro país y que permanecen impunes. En todos y cada uno de esos casos, de una u otra manera, con mayor o menor intensidad, actuaron espías, ya sea para generar los casos, para escondernos o para encubrirlos.
No tengo claro qué va a hacer este Gobierno con la inteligencia y con los espías. Tampoco importa mucho si se llama de una manera u otra. Lo que sí tengo claro es que este Gobierno, como el anterior, como el anterior, como el anterior y el anterior, todos, cuando llegan al poder, empiezan a tener presunción de mala utilización de lo que debería ser la inteligencia, para cuidar los intereses de un país, la soberanía de un país, las fronteras de un país.
De hecho, quien fuera jefe de gabinete de Nicolás Caputo, salió eyectado, se supone, participando de hechos de presunto espionaje ilegal hacia dentro del gabinete. Milei quiere reordenar, reorganizar la inteligencia argentina, que tiene muchas respuestas, repito, que dar ante los hechos más oscuros, o ante los hechos que, por momentos, oscurecieron a la propia democracia.