Terminando una semana para mi gusto frenética en la Argentina, porque arrancamos de un punto donde supuestamente a través de una ley ómnibus, coincidamos o no, creo que no puede haber un solo argentino que diga Che.
Los seiscientos cuarenta y seis artículos iniciales son un desastre o los seiscientos cuarenta y seis artículos iniciales son lo mejor que vi en mi vida.
Yo creo que hubo cosas acertadas, positivas y cosas absolutamente fuera de tiempo y de término para poder llevarlas a cabo. Llegamos a lo que es el punto muerto, la muerte definitiva de este proyecto de ley.
Y yo digo che, tanto tiempo, la verdad.
A mí me encanta no ver el Congreso trabajando todos los meses del año, los diputados todos los meses del año, los proyectos que tendrían que caerse y estar en cola de espera todos los años de todos los meses del año.
El año anterior vimos solamente seis veces sesionar al Congreso porque los señores y señores diputadas y senadores estuvieron en campaña todo el tiempo, No?
Y si no era su campaña, estaban ahí, adhiriendo a la campaña por las dudas a ver si me pierdo un acto, No, A ver si me pierdo un cierre, a ver si me pierdo un un conteo de voz, una cosa, pero lamentable.
Pero la pérdida de tiempo fue sustancial porque no nos pudimos poner de acuerdo absolutamente en nada.
Y el análisis político de lo que queda de la semana pasada parece demostrar que hoy tenemos un presidente de la nación para intentar gobernar sin congreso y no hay forma de poder gobernar en democracia sin el Congreso.
Y es la disputa que estamos viendo en el día de hoy. Porque todo se resume a esta cuestión, a este punto central.
Y es saber si un presidente electo por los argentinos, en este caso con cincuenta y seis por ciento de adhesión en un balotaje, que no es lo mismo que en una elección, porque los puntos de elección son treinta, puede gobernar sin congreso en democracia.
Milei y su gente están convencidos que sí, porque hay instrumento para poder supuestamente gobernar. La delegación de competencias, el plebiscito que gracias a Dios ahora se cae y el decreto de necesidad y urgencia.
Yo creo humildemente que es absolutamente imposible poder gobernar sin congreso y es absolutamente imposible.
Y esto es para los diputados entender que Argentina puede dar algún paso positivo en su vida si nos dedicamos a no aportar absolutamente nada y solamente decir no, porque la función de los diputados es lo que hemos visto en un collage de opiniones en las últimas semanas.
En algunas cosas estoy de acuerdo, en otras estoy en desacuerdo.
En algunas no tengo una opinión porque no todo el mundo puede tener opinión de todos los temas y no todo el mundo es especialista en temas y en alguna tengo ideas superados a las que plantea el Gobierno nacional.
De eso se trata.
No es que llegue acá un proyecto de el presidente Javier Miley, y hay que tirarse de rodillas a rezar por este plan.
No, eso no es eso, no es bajo ningún punto de vista.
Lo que nosotros tenemos que lograr son algunos consensos y lograr que Argentina, un país.
Hoy el INDEC publica con cinco millones de indigentes por el último trimestre del año dos mil veintitrés, cinco millones de personas que no mofan cuatro veces por día y que tienen hambre.
Con lo que cuesta decir esta frase me parece que tendríamos que estar en cosas un poquito diferentes y dejar de jugar el jueguito de SOS un traidor.
No me cumpliste acá, tenemos que ir a cosas superados.
Tenemos que ir a una Argentina que les vengo diciendo desde hace tiempo.
Tiene que relucir por otras cosas, no por ver quién pone el tweet más agresivo, no por marcar gente, no por armar listas y no por esta sensación que nos deja la semana tan dura y tan compleja que en cualquier momento al presidente se le sale la cadena y a mí no me gusta porque venimos ya desde la campaña con esta historia de las formas, los modos y las conductas de Javier.
Milei ya terminó la campaña, ya terminó la campaña.
Y hoy, más allá de esta confrontación o tal vez de este estilo, que es un presidente sin congreso.
Pero aca cruz con el tema de la casta. Sí, la casta no?
Tal vez vemos que este es el nuevo sistema argentino, un presidente al borde de soltarse la cadena y emitir en treinta minutos cuarenta y dos twits.
No estoy de acuerdo con un sistema que es una fotocopia de un sistema que ya vimos en otro tiempo, cuando la doctora Kirchner también daba cátedras, daba clases o en cada una de esas cadenas nacionales que teníamos intolerables a cualquier hora y en cualquier momento marcaba alguien como su enemigo, como el antagónico permanente, muchas veces golpeando de una forma que parecía una falta de respeto porque vos no sos uno más.
Vos eras Cristina Fernández y vos sos hoy Javier, Miley y tenés que cuidar las formas porque estás representando a todo un país y porque hay una institucionalidad que no se negocia muchas veces.
Y creo que mucha gente que ha votado a Javier Miley porque también hay mucho voto prestado juntos por el cambio.
El formato de Cristina Fernández quedó antiguo.
Quedó fuera de contexto porque no logramos cosas a través de la prepotencia, a través de los gritos a través del llamado en algún momento tonito de maestra.
Como yo sé absolutamente todo y ustedes no saben, no me parece que eso en algún momento la sociedad le dio la espalda.
Y lo estamos repitiendo ahora con el mismo peligro y con la preocupación de un presidente que ante un resultado negativo se le suelta la cadena.
Me parece que ha sido una semana realmente muy, muy compleja para mi gusto.
Absolutamente necesario estos cuatro días que vienen incluido el presidente con el Papa para ver si reflexionamos y para ver si entendemos dónde estamos parados, porque creo que todavía no nos dimos cuenta que estamos con el agua al cuello.
Estamos discutiendo quién es más responsable, si el Gobierno de Alberto Fernández en mil cuatrocientos días o el Gobierno de Javier Milei en sesenta.
Y me parece que tenemos que hacer una conjunción de fracasos permanentes en la Argentina que van más allá de la frontera de Alberto Fernández, que incluyen a Mauricio Macri, que incluyen a Cristina Fernández, que incluyen absolutamente a todos, porque los números son demoledores.
Hoy este número de pobreza que nosotros lo tenemos marcado en cuarenta y cinco en breve, cuando mimos los números del comienzo del año dos mil veinticuatro va a estar en cincuenta y cinco y vuelvo a repetir en el País hay más de cinco millones publicados hoy por el INDEC, por el señor Marco la Baña, que trabajó muy bien en el Gobierno de Alberto Fernández y trabaja muy bien en el Gobierno de Javier Milei.
Y por eso permanece porque es creíble.
En el país hay más de cinco millones de indigentes.
Son personas que no llegan a completar las comidas diarias para que tengamos magnitud de dónde estamos parados.
Estamos jugando con fuego.
Estamos jugando a un presidente sin congreso, a un presidente que cree que solucionando la inflación y medianamente la seguridad puede prescindir del órgano más importante de la democracia, que es el Congreso de la Nación.
Nunca dio resultado en ninguna parte del mundo tengamos en cuenta este tipo de situaciones porque los argentinos vamos muchas veces a caminos donde sabemos que los resultados son siempre los mismos.
Los controles de precio terminan siempre mal.
Los presidentes que eluden los congresos terminan siempre mal, pero repetimos las historias creyendo que hay un camino diferente.
Lamentablemente no lo hay y es una pérdida de tiempo.
Y en la Argentina perder tiempo es generar pobreza en la Argentina.
Perder tiempo es aumentar los números de indigencia en la Argentina.
Perder tiempo es no saber cómo sigue nuestra vida el próximo día miércoles o el próximo mes de marzo, cuando formalmente comience un nuevo año y durísimo para todos los argentinos.