Veía en el programa de Mariana Fabbiani, en América, y después en el de Martín Candalaft, en A24, la presencia de Gloria, la mamá de Cecilia Strzyzowski, quien fue asesinada de la peor forma en la provincia de Chaco. La señora contaba que su hija y César Sena se casaron en secreto.
Cuando la madre de César sabe de esto, pone a todos los abogados a disposición de su hijo para disolver rápidamente esta unión porque no lo tenía en cuenta ni en su radar. La madre contó cosas desgarradoras. Una mujer que perdió a la hija de un día para el otro bajo un engaño brutal.
"Los chanchos te comen hasta los huesos". Esto, que era una leyenda macabra, se transformó en una realidad porque a Cecilia la prendieron fuego. Hicieron una fogata infernal que duró más de un día para desintegrarla y después moler los huesos y tirarlos a un río.
Lo que pasó con Cecilia es de mucha gravedad, pero el problema de Argentina, que lo planteaba la vicepresidenta Cristina Kirchner ayer, es que debemos sacarnos las anteojeras ideológicas y dogmáticas. Y yo me pregunto: estando en Buenos Aires la mamá de Cecilia, ¿cuántos funcionarios del Gobierno ayer la recibieron para mínimamente ser solidarios con lo que pasó con su hija? Quienes manejan los Derechos Humanos, como Horacio Pietragalla, que estuvo en Jujuy, ¿atendió ayer a la mamá de Cecilia?.
Yo vi muestras de afecto en la calle, en el acto que hicieron frente a la Casa de Chaco, pero no vi a ningún funcionario.
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